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Club Financiero Génova: así es la nueva terraza gastronómica y con vistazas de Madrid

Lo que antes era solo para socios, ahora lo podemos disfrutar todos y llega con el sello de Azotea Grupo y la familia La Ancha.

Llega esta época del año donde lo que queremos todos está claro, terraza. Y más cuando el calor no ha empezado a azotar fuerte y todavía no es un suplicio comer o cenar al aire libre. Subamos la apuesta. Quieres terraza, pero también vistas y por qué no, en las alturas. No es lo mismo una terraza a pie de calle con el humo de los coches como compañero de mesa, que una codiciada mesa en lo alto de la ciudad.

Pues bien, Madrid siempre frenética, estrena una novedad que reúne todo lo anterior. Está en lo alto, tiene unas vistazas privilegiadas y encima, se come de maravilla. 

Bienvenidos al nuevo Club financiero de Génova, el último objeto de deseo en la capital.

Llegas a la Plaza de Colón, las míticas Torres de Colón ya van en camino de convertirse en un rascacielos de cristal. Julia, una de las obras del genial Plensa casi preside la plaza. Y tú miras alrededor y tu vista se fija en un lugar concreto, la azotea del Centro Colón. Más de una vez te has fijado, allí había luces y veías gente, pero a no ser que conocieras a algún socio, no habías podido subir. Hasta ahora, porque ha sido cuando el mítico Club Financiero de Génova se ha abierto al público general.

Club Financiero Gnova.

Las plantas 14 y 15 del mítico edificio se han reformado por completo, dando lugar a un nuevo súper espacio de cerca de 3000 metros cuadrados y lo han hecho para recibir de nuevo a sus socios, en uno de los clubes sociales y empresariales más longevos de la ciudad –se inauguró en 1973– y como novedad, a todo aquel que quiera conocerlo.

Eso sí, respetando su política de admisión, que ahora permite reservas en servicio de cenas de lunes a viernes y los sábados y domingos en horario de comida y cena.

Dicho esto, tenemos que contarte lo que allí te vas a encontrar. Lo primero que llamará tu atención, son las vistas. Posiblemente sea la primera vez que consigues divisarlas desde esta localización, así que imagínate. por delante, la Plaza de Colón en todo su esplendor con el Pirulí al fondo; por los lados, la vista alcanza desde el Paseo de la Castellana, hasta más allá del Palacio de Cibeles; por detrás, la plaza de la Villa de París y los tejados de Salesas, Chueca y hasta las grandes torres de Gran Vía y plaza de España.

Vamos, unas vistas 360 en toda regla, desde una nueva perspectiva, que encima puedes disfrutar a una hora clave, el atardecer.

Si las vistas nos dejan obnubilados, no hay que perder detalle a todos sus demás alicientes, que no son pocos. Porque la panorámica es ya razón de peso para subir, pero ¿qué sería de un espacio así si no se hubiese pensado también en la propuesta gastronómica?

Club Financiero Gnova Tartar de cigalas

Para hacer realidad este proyecto, han unido fuerzas dos de las familias que más saben de azoteas y de comer rico, Azotea Grupo y la Familia La Ancha. Y todo ello personalizado en las figuras de José Manuel García Martínez y Cristina Lasvignes, fundadores de Azotea Grupo y Nino Redruello, al mando de una de las familias más prolíficas de la gastronomía madrileña.

Unos gestionan espacios como Picalagartos Sky Bar, Azotea del Círculo o El Cuartel del Mar en Chiclana. Otros, numerosos restaurantes como La Ancha, Fismuler –con sedes en Madrid y Barcelona–, Las Tortillas de Gabino o más recientemente The Omar e Hijos de Tomás.

La propuesta de renovar el club salió a concurso y de todos los que se presentaron, el binomio de ambos logró sacar adelante el proyecto. Nino Redruello cuenta a Traveler.es que la decisión de presentarse no fue fácil. “Nosotros siempre hemos sido de locales manejables e inversiones con mucho miedo. Somos una familia que venimos de la taberna y acojonados”. 

Un proyecto así no estaba exento de miedo. “La gestión con el club, el espacio, las alturas, los ascensores… ¿qué mejor que contar con alguien especialista absoluto en estos temas? Ellos eran Jose y Cris, de Azotea Grupo, que además son muy amigos”, explica.

Piso 15 del Club Financiero Gnova.

Así han hecho un tándem que funciona a las mil maravillas. Cada uno experto en su parte, han unido fuerzas para dar lugar a un imprescindible. “Queríamos mantener la esencia de club. De una forma más contemporánea, pero que siga respirando a club, lo que ocurre, cómo ocurre…”, recalca Redruello.

Este era un reto diferente. Y lo era por muchos motivos. “Lidiábamos con diferentes cosas. Por el sitio donde está, allí en lo alto. Por la dimensión del espacio.

Por las vistas… Cuando tienes unas vistas así hay que entender que mucha gente no va al sitio por el sabor de tu tortilla de patata, sino que van por el espacio en sí mismo”. De esta forma y todos juntos, han creado un club del siglo XXI, donde se unen vistas, espacio, gastronomía, vinos y coctelería, apoyándose en lo que mejor sabe hacer cada uno.

Arroz pitu en el Club Financiero Gnova.

Azotea Grupo se encarga de la parte de eventos con su chef Manuel Berganza y coctelería con la figura de Luca Anastasio y La Ancha, de la propuesta de cocina.

Y esta es otro de los reclamos por los que ir a esta novedad. “Hemos hecho un ejercicio de humildad que se ve en el plato, sin nada de decoración, para que tú mires lo que tienes que mirar, tu compañía y las vistas. No hay ego que compita”, explica Nino, cuarta generación de la familia.

UN CLUB CONTEMPORÁNEO

La del Club Financiero es una propuesta que tiene lógica con el espacio y la historia del club, pero que a la vez es actual y no aburre. Para dar con ella, Nino confiesa que “empecé a ir a comer a clubs. Ahí entiendes el concepto, de servicio, etc.

¿Qué haces entonces con la comida? Tomando como inspiración clubs franceses e inglesesapostamos por recuperar ciertos platos antiguos. Por una parte, me compré libros de recetas antiguas, las cuales rescatamos en el espacio y seguiremos haciendo constantemente y por otro, decidimos hacer homenajes, porque en ese espacio con vistas a Madrid, consigues compartirla con todo el mundo”.

Aquí puedes comerte unas alcachofas con salsa de mantequilla blanca y berberechos o empezar con un imprescindible tartar de cigalas, para seguir con clásicos de La Ancha como la tortilla Velazqueña –con salsa de callos, jamón, trufa o caviar– o las croquetas de jamón.

Club Financiero Gnova.

En el Club Financiero hay también una parte de homenaje a la hostelería española y madrileña y a esos platos que ya apenas se ven en las cartas. Por ejemplo con su ensalada de San Isidro, que bebe de la tradición de los labradores de pedir lluvia lavando lechugas en una fuente junto a la ermita y que aquí se replica con un sonoro ¡Por San Isidro! Por parte del personal.

Pero también calamar de anzuelo a lo Sochantre, un pollo picantón en pepitoria, arroz al horno con pitu de Caleya o un rape ‘ a la jacobina’ homenaje a la familia Hormaechea, elaborado con huevo, ajo, pimiento y una salsa adictiva.

Y a todos estos platos, se unen novedades que pronto verán la luz como el búcaro Don Pío de Zalacaín o la menestra de Príncipe de Viaja de Oyarbide, la tortilla fea de Arzak… “todo esos platos que me han ido marcando. Considero que es una forma bonita de evocar hacia la historia de la gastronomía”, precisa Redruello.

¿Y de postre? La mítica tarta de queso de Fismuler, pero también esos que apenas se ven ya como la isla flotante o un soufflé Alaska con chocolate, café y avellana y relleno de helado. Para acompañar todas estas maravillas, han contado con la figura de la sumiller Alba Mozo, que ha reunido una bodega de más de 200 referencias y con los tragos de autor de Luca Anastasio, sobrios y limpios y que vayan a la perfección con la carta del club.

Su tortilla.

La famosa frase ‘de Madrid al cielo’ aquí se ratifica con todas las letras de la palabra. Y hay más, porque si el atardecer es ya uno de los momentos más tentadores de las tardes capitalinas, en el Club Financiero alcanzará otro nivel. ¿Te imaginas divisarlo y parar, sentirlo y vivirlo? Igual que haces cuando te asomas, por ejemplo, a cualquier espacio de Ibiza, cuando el mar se esconde por el mar.

Aquí no tenemos mar, pero Nino ha pensado cómo rendir su particular homenaje a un momento tan mágico. “Cada noche, cuando se vaya a ir el sol, paso por la sala anunciando que vamos a hacer el minuto de paz”, comenta. En este momento toda la brigada de cocina y sala sale a la terraza e invita a los clientes a unirse. “Ponemos ‘Spirit Birds’ de Xavier Rudd que habla sobre la espiritualidad y explicamos que este minuto pueden utilizarlo solamente para no pensar y sentir”.

Con este hito y todo lo anterior, solo deseamos volver y volver a un lugar donde se come de cine y desde luego, fluye la magia.

Texto e imágenes: Revista Traveler